Tras el estreno de Pulp Fiction, Quetin Tarantino se convirtió en una estrella mediática, sobrevalorado por algunos pero amado por casi todos. La película confirmaba que tras la cámara se encontraba un cinéfilo empedernido que ya había jugado con el homenaje, rozando lo ilegal, en su ópera prima Reservoir Dogs. Sorteando las críticas en referencia a su gusto por la violencia gratuita y por precisamente copiar los logros de otros directores y cinematografías desconocidas en occidente, Tarantino supo construir su propio mundo ensamblando piezas a veces provenientes de material de derribo. No se puede negar que el americano se convierte en una figura de la cultura popular de nuestros días, siendo tan influyente como para que la expresión “tarantiniana” se utilice ahora para describir un cierto tipo de secuencias fílmicas son sus particulares muy definidos.